En plena antesala navideña, miles de familias peruanas celebran sin advertir un riesgo que permanece oculto en sus hogares: instalaciones informales, cables falsificados y productos eléctricos de bajo estándar que pueden desencadenar incendios. Las viviendas construidas progresivamente se vuelven especialmente vulnerables en esta época del año.
Diversos estudios revelan que más del 70% de las viviendas urbanas del país se edifica de manera progresiva y sin asistencia técnica. Ello deja expuestas a más de 12.8 millones de personas a condiciones de infraestructura incierta, con conexiones eléctricas deficientes y un elevado nivel de riesgo para la salud y la seguridad familiar.
A su vez, el Observatorio de Productos Eléctricos Ilegales advierte que el 70% de los productos eléctricos que ingresan al Perú son falsificados o subestándares. Esto se suma a lo reportado por el Cuerpo General de Bomberos, que atribuye al origen eléctrico el 70% de los incendios registrados en el país, especialmente durante diciembre.
Frente a este panorama, Orlando Ardito, gerente general de EPEI Perú, alerta sobre la relación directa entre informalidad y peligro eléctrico. “Miles de familias viven en hogares sin los estándares mínimos de seguridad, un peligro que se intensifica en Navidad”, señala, remarcando la urgencia de atender esta situación.

El riesgo se vuelve mayor en distritos como San Juan de Lurigancho, Villa El Salvador, Comas y San Martín de Porres. En estos sectores, las viviendas progresivas conviven con un consumo eléctrico elevado en diciembre y con la presencia masiva de productos informales adquiridos por precio y no por seguridad.
Ardito agrega que el incremento del 15% en el consumo energético durante diciembre, sumado al uso prolongado de luces y adornos, presiona instalaciones ya deterioradas o mal diseñadas. “El riesgo de cortocircuito e incendio se multiplica, especialmente con cables que no contienen cobre y dispositivos que no cumplen normas básicas”, advierte.
Finalmente, el especialista insta a la población a priorizar materiales eléctricos seguros. Recomienda, además, que las instalaciones domésticas sean evaluadas periódicamente según el Código Nacional de Electricidad, recordando que una revisión cada cinco años puede salvar vidas y prevenir tragedias evitables.




