El dolor neuropático es una de las afecciones más complejas dentro de la medicina del dolor. Se manifiesta como ardor, hormigueo o punzadas eléctricas, acompañadas de entumecimiento y debilidad, síntomas que pueden alterar profundamente la vida cotidiana. Su impacto es significativo: dificulta el descanso, limita el movimiento y afecta el bienestar emocional. A nivel mundial, entre el 6.9% y el 10% de la población sufre esta condición, lo que la convierte en un problema de salud pública cada vez más relevante.
En el Perú, los datos son preocupantes. Un estudio reveló que el 60.5% de los pacientes con diabetes tipo 2 padece neuropatía periférica dolorosa, una cifra que evidencia la necesidad de mejorar la detección y el tratamiento. Sin embargo, esta dolencia no es exclusiva de los diabéticos; también puede presentarse en personas con neuralgia postherpética o VIH. La falta de signos visibles provoca que muchas veces sea malinterpretada o subestimada, pese a su enorme impacto en la calidad de vida.
“El dolor neuropático puede ser devastador. A menudo es malinterpretado por la falta de signos externos, pero quienes lo padecen viven con una carga constante que afecta su salud física y mental”, afirma el doctor Juan José Pereyra, neurólogo y médico de enlace científico de Adium Perú. El especialista resalta la importancia del diagnóstico oportuno, destacando que herramientas como la electromiografía (EMG) y los estudios de conducción nerviosa permiten evaluar objetivamente la función de los nervios y la actividad eléctrica muscular.
Los síntomas del dolor neuropático varían ampliamente. Entre los más comunes están la alodinia (dolor ante estímulos no dolorosos) y la hiperalgesia (dolor intenso ante estímulos leves), además de la pérdida de sensibilidad en ciertas zonas. Estas manifestaciones generan un impacto directo en la vida personal y laboral, restringiendo actividades cotidianas y aumentando el riesgo de ansiedad y depresión. Por ello, es fundamental una atención médica temprana y continua.
El doctor Marco Narváez, especialista internacional en dolor, enfatiza que “los pacientes no deben interrumpir su medicación y deben informar cualquier efecto adverso. Existen múltiples alternativas terapéuticas y estrategias de dosificación que se pueden ajustar a cada caso”. Asimismo, recomienda la consulta médica oportuna como el primer paso hacia el alivio y la recuperación del equilibrio físico y emocional.
El tratamiento más eficaz requiere un enfoque multidisciplinario que combine farmacoterapia, fisioterapia y apoyo psicológico, buscando reducir tanto el dolor como su impacto emocional. Aunque invisible, el dolor neuropático es una condición crónica que afecta a miles de personas y representa un reto para los sistemas de salud. Detectarlo a tiempo y tratarlo adecuadamente no solo mejora la vida de los pacientes, sino que también disminuye la carga social y económica que este trastorno genera en toda la región.




