Cada 16 de octubre, el mundo celebra el Día Mundial de la Alimentación, una fecha que busca generar conciencia sobre la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. En su edición 2025, la conmemoración llega bajo el lema “De la mano por unos alimentos y un futuro mejores”, impulsado por la FAO en su 80 aniversario. Este día nos invita a reflexionar sobre la necesidad de construir sistemas alimentarios justos, sostenibles y resilientes ante los desafíos globales.
El Perú, reconocido por su biodiversidad y legado ancestral, se alza como uno de los países con mayor aporte a la nutrición del planeta. Desde la papa hasta la quinua, pasando por la maca, el cacao y el camu camu, nuestros superalimentos han conquistado mesas en todo el mundo. Su riqueza nutricional, su resistencia a condiciones extremas y su conexión cultural con las comunidades originarias los convierten en pilares de la alimentación global.
La papa, cultivada desde hace más de 8,000 años, es símbolo del ingenio agrícola andino. Rica en vitamina C, potasio y antioxidantes, es un alimento esencial para millones de personas. En el Perú existen más de 3,500 variedades, conservadas por comunidades altoandinas que protegen esta herencia viva. Su consumo contribuye a prevenir enfermedades degenerativas y fortalece el sistema inmunológico.
Otro emblema nacional es la quinua, conocida como el “grano de oro”. Su alto contenido de proteínas, fibra y minerales la convierte en un alimento completo y libre de gluten. En 2013, la FAO declaró el Año Internacional de la Quinua, reconociendo su impacto en la seguridad alimentaria mundial. Hoy, este grano ancestral une a agricultores, cocineros y científicos en un sistema alimentario sostenible.
La kiwicha o amaranto, alimento sagrado para los incas, destaca por su aporte de calcio, hierro y lisina, ideal para fortalecer el cerebro y los huesos. Su consumo beneficia a madres gestantes e infantes y posee propiedades medicinales que alivian dolores y mejoran la digestión. Su textura suave y sabor delicado la han convertido en un producto gourmet en diversos países.
En las alturas del altiplano florece la cañihua, resistente a las heladas y rica en aminoácidos esenciales, vitamina E y complejo B. Es una fuente natural de energía que reduce el colesterol y previene enfermedades cardiovasculares, siendo un alimento ideal para dietas bajas en carne. Su cultivo es también un ejemplo de adaptación y sostenibilidad frente al cambio climático.
El cacao peruano, originario de la Amazonía, ha ganado fama mundial por su calidad excepcional. El país es segundo productor global de cacao orgánico, y la región Piura destaca por su variedad de cacao blanco, de aroma y sabor únicos. Investigaciones arqueológicas en Cajamarca han revelado que el cacao fue domesticado en territorio peruano hace más de 5,000 años, confirmando su profundo arraigo cultural.
Entre los frutos amazónicos, el camu camu brilla por su altísimo contenido de vitamina C, superando hasta 60 veces al limón. Fortalece el sistema inmunológico, favorece la formación de colágeno y ayuda a depurar el hígado. Su valor nutricional lo ha posicionado como uno de los superalimentos más buscados en el mundo, impulsando la economía de comunidades ribereñas.
En la costa, el espárrago peruano es sinónimo de éxito exportador. El país es segundo productor mundial, gracias a su clima favorable y tecnología agrícola. Este vegetal es rico en fibra, vitaminas del grupo B, folato y antioxidantes, que contribuyen a mejorar la circulación, retrasar el envejecimiento y prevenir enfermedades. Además, es bajo en calorías y libre de colesterol.
Finalmente, alimentos como el ají, la maca y el yacón completan el legado nutricional del Perú. Todos destacan por su aporte energético, sus efectos medicinales y su valor cultural. En conjunto, simbolizan el compromiso del país con un futuro alimentario más justo, saludable y sostenible. En este Día Mundial de la Alimentación, el Perú reafirma su papel como guardián de los superalimentos del mundo.